El CIJur lanza un repositorio jurídico digital con información académica y científica. Se estructura como un dispositivo multimedial y multicanal que integra diversas plataformas interconectadas e interoperables con el sitio web
Video de presentación: ¡Clic aquí!
Sumate a las redes para participar de nuestro dispositivo multimedial y enterarte de las novedades
“…la biblioteca perdurará iluminada, solitaria, infinita, perfectamente inmóvil, armada de volúmenes preciosos, inútil, incorruptible, secreta…”
(Jorge Luis Borges, “La biblioteca de Babel”, Ficciones, Obras Completas, Emecé Editores, Bs. As., 1974, p. 471).
El repositorio jurídico digital —plasmado en el ámbito del CIJur a través de un dispositivo multimedial multicanal— utiliza las funcionalidades de cinco aplicaciones (redes), a saber: Linkedin, Instagram, Spotify, Tik tok, Youtube, interconectadas entre ellas y vinculadas, a su turno, con el sitio web del aludido CIJur (cijur@mpba.gov.ar).
Se apontoca en las cinco aplicaciones mencionadas aunando sus funcionalidades y optimizando el resultado; suma, potencia y pone en valor la funcionalidad específica de cada una de las aplicaciones implicadas al paliar y completar —a través del arbitrio del enlace con las otras—, mediante rutas prefiguradas, sus carencias.
Y permite concretar -—en el plano de lo jurídico— la idea borgiana de biblioteca infinita, interminable que Jorge Luis Borges mienta en su ensayo “La biblioteca de Babel”. Y en cierta manera, también de Aleph. Porque quien ingresa a algunas de las apuntadas aplicaciones, — en virtud de la interconexión que estas presentan entre ellas y con el micrositio del CIJUR—, experimenta un universo simultáneo, sincrónico y diacrónico de conocimientos y de información jurídica de variado formato (escrito, audiovisual, auditivo, gráfico) y de cuidada estética.
El dispositivo multimedial y multiredial contrasta con la fugacidad de la información inorgánica o espasmódica prodigada en general por las redes sociales que se agota y extingue como burbujas de jabón en el aire.
Porque el dispositivo no solo enlaza y une bajo un perfil único CIJur, herramientas de difusión (vgr. Instagram, Linkedin, Tik tok) sino que al propio tiempo se asienta sobre redes que permiten el almacenamiento o depósito de la información y del conocimiento (como Youtube, Spotify, Linkedin y el propio sitio web del CIJur), constituyendo un verdadero repositorio jurídico.
Pero un repositorio jurídico que adquiere una dimensión dinámica dado que aprovecha las redes modernas para hacer “circular” el conocimiento en series temáticas. Estas se combinan, alternan, repiten y circulan —en formatos adaptados a las exigencias de las apps que utiliza—, de modo análogo a como lo hacen las cintas transportadoras de valijas que existen en los aeropuertos (denominadas “hipódromos”).
La novedad de este repositorio digital multicanal y multimedial es justamente que se configura a través de una sumatoria de apps (aplicaciones) y que pone en movimiento al conocimiento para actualizar su función social. Para fines utilitarios, pragmáticos, pero también para la contemplación final, para el saber desinteresado.
En este sentido evoca la idea de “la biblioteca inútil” —rememorada por Borges en el colacionado ensayo “La torre de Babel”— en el sentido de contrapuesta a lo práctico, a lo instrumental, a lo utilitario—; aparece la obra jurídica, en cualquiera de sus formatos, como objeto de contemplación final, de objeto estético schopenhaueriano; lo bello como “lo que gusta desinteresadamente” en palabras de Kant; el conocimiento como visión “final” de lo universal y de lo absoluto.
Y esta valoración contemplativa desafía por cierto a la razón instrumental cuya prevalencia hoy amenaza y virtualmente frustra la verdadera humanidad del hombre.
Las conferencias jurídicas vertidas y almacenadas en formato audiovisual en el canal youtube CIJur Sala de Conferencias y Mesas Redondas (más de 96 h), que en sí implican la síntesis y elaboración del conocimiento sobre un tópico determinado, al tornarse accesibles y viralizarse a través del dispositivo multimedial CIJur, expanden e inmortalizan las voces de los juristas que las han pronunciado.
Esta trascendencia conjura la idea de Borges de que el hombre perecerá con que culmina el ensayo “La biblioteca de Babel” (en contraste con la biblioteca que, contrariamente, según el autor, perdurará). O en puridad, la avala. En efecto; una lectura posible del mencionado ensayo resalta lo efímero de la vida humana frente a la humanidad como universal que subsiste transmutada en el conocimiento y la cultura que las sucesivas generaciones van cristalizando.
Supera el apotegma de que “el medio es el mensaje” (Marshall McLuhan) porque ahora, el medio no solo es contenido sino que también deviene continente que ofrece sede permanente al conocimiento jurídico sistematizado.
También concreta la idea de viaje o navegación, casi de peregrinación, de quien busca el conocimiento a través de la información jurídica; y se hace eco de la observación de Borges relativa a la paulatina desaparición de una figura que deviene histórica, la del bibliotecario: hoy el bibliotecario es el dispositivo multimedial que nos acerca —de modo análogo a como el mencionado hipódromo de los aeropuertos nos entrega las valijas— el contenido jurídico.
La biblioteca a través del dispositivo que plasma el repositorio digital multicanal deja de ser esotérica, reservada a unos pocos, para afirmar su carácter “popular” (como decían los carteles de las viejas bibliotecas de barrio en nuestras provincias, abiertas al público, gratuitas). En una idea de destino universal de los bienes y del conocimiento que hermana e iguala a los hombres.
En definitiva, cuando la literatura y el arte inspiran a la tecnología, el peligro de la prevalencia de la razón instrumental queda conjurado… y la humanidad del hombre, preservada…
El CIJur lanza un repositorio jurídico digital con información académica y científica. Se estructura como un dispositivo multimedial y multicanal que integra diversas plataformas interconectadas e interoperables con el sitio web
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“…la biblioteca perdurará iluminada, solitaria, infinita, perfectamente inmóvil, armada de volúmenes preciosos, inútil, incorruptible, secreta…”
(Jorge Luis Borges, “La biblioteca de Babel”, Ficciones, Obras Completas, Emecé Editores, Bs. As., 1974, p. 471).
El repositorio jurídico digital —plasmado en el ámbito del CIJur a través de un dispositivo multimedial multicanal— utiliza las funcionalidades de cinco aplicaciones (redes), a saber: Linkedin, Instagram, Spotify, Tik tok, Youtube, interconectadas entre ellas y vinculadas, a su turno, con el sitio web del aludido CIJur (cijur@mpba.gov.ar).
Se apontoca en las cinco aplicaciones mencionadas aunando sus funcionalidades y optimizando el resultado; suma, potencia y pone en valor la funcionalidad específica de cada una de las aplicaciones implicadas al paliar y completar —a través del arbitrio del enlace con las otras—, mediante rutas prefiguradas, sus carencias.
Y permite concretar -—en el plano de lo jurídico— la idea borgiana de biblioteca infinita, interminable que Jorge Luis Borges mienta en su ensayo “La biblioteca de Babel”. Y en cierta manera, también de Aleph. Porque quien ingresa a algunas de las apuntadas aplicaciones, — en virtud de la interconexión que estas presentan entre ellas y con el micrositio del CIJUR—, experimenta un universo simultáneo, sincrónico y diacrónico de conocimientos y de información jurídica de variado formato (escrito, audiovisual, auditivo, gráfico) y de cuidada estética.
El dispositivo multimedial y multiredial contrasta con la fugacidad de la información inorgánica o espasmódica prodigada en general por las redes sociales que se agota y extingue como burbujas de jabón en el aire.
Porque el dispositivo no solo enlaza y une bajo un perfil único CIJur, herramientas de difusión (vgr. Instagram, Linkedin, Tik tok) sino que al propio tiempo se asienta sobre redes que permiten el almacenamiento o depósito de la información y del conocimiento (como Youtube, Spotify, Linkedin y el propio sitio web del CIJur), constituyendo un verdadero repositorio jurídico.
Pero un repositorio jurídico que adquiere una dimensión dinámica dado que aprovecha las redes modernas para hacer “circular” el conocimiento en series temáticas. Estas se combinan, alternan, repiten y circulan —en formatos adaptados a las exigencias de las apps que utiliza—, de modo análogo a como lo hacen las cintas transportadoras de valijas que existen en los aeropuertos (denominadas “hipódromos”).
La novedad de este repositorio digital multicanal y multimedial es justamente que se configura a través de una sumatoria de apps (aplicaciones) y que pone en movimiento al conocimiento para actualizar su función social. Para fines utilitarios, pragmáticos, pero también para la contemplación final, para el saber desinteresado.
En este sentido evoca la idea de “la biblioteca inútil” —rememorada por Borges en el colacionado ensayo “La torre de Babel”— en el sentido de contrapuesta a lo práctico, a lo instrumental, a lo utilitario—; aparece la obra jurídica, en cualquiera de sus formatos, como objeto de contemplación final, de objeto estético schopenhaueriano; lo bello como “lo que gusta desinteresadamente” en palabras de Kant; el conocimiento como visión “final” de lo universal y de lo absoluto.
Y esta valoración contemplativa desafía por cierto a la razón instrumental cuya prevalencia hoy amenaza y virtualmente frustra la verdadera humanidad del hombre.
Las conferencias jurídicas vertidas y almacenadas en formato audiovisual en el canal youtube CIJur Sala de Conferencias y Mesas Redondas (más de 96 h), que en sí implican la síntesis y elaboración del conocimiento sobre un tópico determinado, al tornarse accesibles y viralizarse a través del dispositivo multimedial CIJur, expanden e inmortalizan las voces de los juristas que las han pronunciado.
Esta trascendencia conjura la idea de Borges de que el hombre perecerá con que culmina el ensayo “La biblioteca de Babel” (en contraste con la biblioteca que, contrariamente, según el autor, perdurará). O en puridad, la avala. En efecto; una lectura posible del mencionado ensayo resalta lo efímero de la vida humana frente a la humanidad como universal que subsiste transmutada en el conocimiento y la cultura que las sucesivas generaciones van cristalizando.
Supera el apotegma de que “el medio es el mensaje” (Marshall McLuhan) porque ahora, el medio no solo es contenido sino que también deviene continente que ofrece sede permanente al conocimiento jurídico sistematizado.
También concreta la idea de viaje o navegación, casi de peregrinación, de quien busca el conocimiento a través de la información jurídica; y se hace eco de la observación de Borges relativa a la paulatina desaparición de una figura que deviene histórica, la del bibliotecario: hoy el bibliotecario es el dispositivo multimedial que nos acerca —de modo análogo a como el mencionado hipódromo de los aeropuertos nos entrega las valijas— el contenido jurídico.
La biblioteca a través del dispositivo que plasma el repositorio digital multicanal deja de ser esotérica, reservada a unos pocos, para afirmar su carácter “popular” (como decían los carteles de las viejas bibliotecas de barrio en nuestras provincias, abiertas al público, gratuitas). En una idea de destino universal de los bienes y del conocimiento que hermana e iguala a los hombres.
En definitiva, cuando la literatura y el arte inspiran a la tecnología, el peligro de la prevalencia de la razón instrumental queda conjurado… y la humanidad del hombre, preservada…
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